Tal precisión en los detalles y tal amplitud de conocimientos en asuntos dinásticos y de Estado casan dificilmente con el más elemental sentido común, regla de juicio que debería ser aplicada por los infelices llamados a creer a pies juntillas cuanto antecede - y mucho más -. Así por ejemplo si y sólo si el tertuliano Inda está compinchado O con el Mariano O con el Gallardón O con el Eduardo O con el propio Rey pudo tener aviso (a) de la reunión secreta (b) del plan secreto de la reunión secreta (c) de que incluso antes de la reunión secreta para trazar el plan secreto se pensó en Rubalcaba - no en la Valenciano, que no tiene estudios - para que aportara su granito de arena en la salvación de la Monarquía.

Pero el colmo no es cuanto antecede sino el testimonio de referencia que Inda o su cuadrúmana dan de una presunta conversación entre la infanta y su padre. Primero el titular dice Cristina tiró el teléfono a su padre, lanzamiento sólo imaginable si lo que se arroja es un móvil. Después el relato indica que colgó violentamente el teléfono, colgamiento sólo imaginable si la conversación tiene lugar a través de un teléfono fijo. Tercero y fundamental o Inda o su cuadrúmana estaban ocultos en un florero de las reales estancias para no perderse detalle de lo conversado entre la Infanta y su augusto padre.

En resumidas cuentas que la fiabilidad del opúsculo, sobradamente etiquetada por el prestigio del tertuliano Inda, se encuentra tan asegurada como la seriedad, la objetividad y las plenas garantías de un paquete de preferentes.